Hola, No sé exactamente en qué momento vas a leer esto, pero si llegaste hasta acá es porque algo dentro tuyo sigue queriendo recordar de dónde viene. Esta es una carta para que no te olvides. ¿Te acordás de todo lo que soñabas? De lo que querías construir con tus manos, con tu tiempo y con tu fe. ¿Te acordás del temblor en el cuerpo antes de una decisión grande, del silencio del monte, del canto de los pájaros y de las rutas que parecían no terminar nunca? Espero que sí. Espero que no hayas apagado esa parte. Yo —el que escribe— tal vez esté cansado, tal vez frustrado, pero también está vivo, con ideas, con impulso, con momentos reales que lo conmueven. No tengo todas las respuestas, pero sí algunas preguntas que espero que aún te acompañen: ¿Seguís eligiendo con el corazón? ¿Te seguís rodeando de quienes te hacen crecer? ¿Te acordás de cuidar la tierra y agradecerle? ¿Te permitís descansar, sin culpa? ¿Estás haciendo lo que viniste a hacer? No quiero exigirte nada. No te escribo para juzgarte, sino para abrazarte. Quiero que sepas que, pase lo que pase, hay un núcleo tuyo que sigue intacto. Y si lo perdiste, también quiero que sepas que lo podés recuperar. Sé que el camino puede haberse desviado. Que quizás tuviste que dejar cosas atrás, que quizás alguna herida te dolió más de lo que esperabas. Pero también sé que tenés la capacidad de reconstruirte, y de volver a empezar, mil veces si hace falta. Acordate que el éxito no es lo que otros ven, sino lo que vos sentís. Acordate de reír. De escribir. De filmar. De amar. De crear. Y si estás en Puerto Onza, en un lugar parecido, o en otro planeta… que no se te olvide mirar el cielo cada tanto. Nos vemos pronto, con cariño, Gaspar
By YoDelFuturo ®
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Hola, No sé exactamente en qué momento vas a leer esto, pero si llegaste hasta acá es porque algo dentro tuyo sigue queriendo recordar de dónde viene. Esta es una carta para que no te olvides. ¿Te acordás de todo lo que soñabas? De lo que querías construir con tus manos, con tu tiempo y con tu fe. ¿Te acordás del temblor en el cuerpo antes de una decisión grande, del silencio del monte, del canto de los pájaros y de las rutas que parecían no terminar nunca? Espero que sí. Espero que no hayas apagado esa parte. Yo —el que escribe— tal vez esté cansado, tal vez frustrado, pero también está vivo, con ideas, con impulso, con momentos reales que lo conmueven. No tengo todas las respuestas, pero sí algunas preguntas que espero que aún te acompañen: ¿Seguís eligiendo con el corazón? ¿Te seguís rodeando de quienes te hacen crecer? ¿Te acordás de cuidar la tierra y agradecerle? ¿Te permitís descansar, sin culpa? ¿Estás haciendo lo que viniste a hacer? No quiero exigirte nada. No te escribo para juzgarte, sino para abrazarte. Quiero que sepas que, pase lo que pase, hay un núcleo tuyo que sigue intacto. Y si lo perdiste, también quiero que sepas que lo podés recuperar. Sé que el camino puede haberse desviado. Que quizás tuviste que dejar cosas atrás, que quizás alguna herida te dolió más de lo que esperabas. Pero también sé que tenés la capacidad de reconstruirte, y de volver a empezar, mil veces si hace falta. Acordate que el éxito no es lo que otros ven, sino lo que vos sentís. Acordate de reír. De escribir. De filmar. De amar. De crear. Y si estás en Puerto Onza, en un lugar parecido, o en otro planeta… que no se te olvide mirar el cielo cada tanto. Nos vemos pronto, con cariño, Gaspar
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