Una carta escrita el 31 de octubre de 2024

en Colombia
Me recordaron que puedo escribirte (Qué va, estaba leyendo cartas de desconocidos)

Bien. Aquí vamos. No estoy segura de cuándo quiero que esto llegue, pero... Necesito expresar algunos sentimientos, y por el momento tú (y yo, las dos) eres el mejor lugar en el que puedo confiar mis (nuestros, pero me entiendes) pensamientos. No me siento bien. Yo sé que es pasajero, pero no me siento bien. Hoy... Me fue relativamente bien, pero me dí cuenta de que hay tantas cosas que no puedo cambiar, que nunca van a cambiar, y de las que tengo que cuidarme precisamente por eso. A estas alturas, espero que ya sepas de qué te hablo (y si no, tanto mejor) No me sentó bien, ¿sabes? Después de que me soltara eso, de las primeras cosas en las que pensé fue "No llores. Ya pasamos por esto. Este sitio no es adecuado para que llores. No deberías, tú sabes que dice las cosas y no le importa cómo se oyen. Se fue enseguida porque no quería enfrentarse a lo que recién te dijo. A tu dolor. A la imagen en la que reprimes tus lágrimas y vuelves a la entrada peatonal." Han pasado aproximadamente ocho horas desde que pasó eso, y recién ahora una lágrima lenta recorre mi mejilla. No lo entiendo. ¿Cómo puede decirme esas cosas, con tanta rabia, y con tanta convicción... y después evitar mirarme, o empezar a ofrecerme comida, como si al aceptarla, también lo estuviera perdonando? Es que él no sabe pedir perdón. A él nunca se lo han pedido, y no puedo esperar de él algo que él nunca ha recibido. Pero más allá de eso, ¿Si no puede pedir perdón, no sería mejor que no haga cosas que necesiten una disculpa? Es complicado, ¿no? Cuando iba caminando por el andén, pasando cerca de los árboles, bajando esa pendiente, mientras miraba casi que fijamente a ese árbol aparentemente deformado por la tensión de un cableado, pensé "Si desapareciera... Si algo me pasara, si algo impidiera que volviera a la casa, si ya no me vuelve a ver, ¿le dolería que las últimas palabras que me dijo, me las dijo gritando, con toda la intención de herirme, y sin siquiera verme?" Claramente, es una versión más extendida, porque si hubiera terminado el pensamiento, mis súplicas por evitar el llanto no habrían servido para nada. ¿Y cuál fue la respuesta? "Claro que sí. Yo sé que sí" Y escribiendo esta carta, puedo pensar que le dolería tanto, que si algo me pasa, podría ser capaz de autolesionarse, o peor, vivir con la amargura del recuerdo de la última vez que vió el rostro que siempre intenta alegrar, cuando no está enojado con su dueña. Pero eso solo me hizo sentir más tristeza. Ahora que he empezado a llorar un poco más fuerte, lo único que me queda es empezar de hablar de otros temas. Pero, ¿para qué? hace menos de un mes hice una carta para ti, para mí; no hay nada nuevo que contar: Sólo que mi teléfono se dañó por unos días, pero aunque aún lo tiene el muchacho que lo arregló, mañana ya estará en mis manos. Y eso, ¿Qué importa? Aún nada del amor, nada de los amores que nunca lo fueron, nada de las amistades que has perdido, porque yo aún no lo he hecho por completo, o de eso me convenzo. Nada de nuevas mascotas, algún que otro nuevo conocido, nada de cambios en mi vida. Nada más que mis abrumadores sentimientos. Nada más. Sólo una niña, porque para ti, lo seré, que no entiende a su padre.



By YoDelFuturo ®

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Una carta del 31 de octubre de 2024

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Me recordaron que puedo escribirte (Qué va, estaba leyendo cartas de desconocidos)

Bien. Aquí vamos. No estoy segura de cuándo quiero que esto llegue, pero... Necesito expresar algunos sentimientos, y por el momento tú (y yo, las dos) eres el mejor lugar en el que puedo confiar mis (nuestros, pero me entiendes) pensamientos. No me siento bien. Yo sé que es pasajero, pero no me siento bien. Hoy... Me fue relativamente bien, pero me dí cuenta de que hay tantas cosas que no puedo cambiar, que nunca van a cambiar, y de las que tengo que cuidarme precisamente por eso. A estas alturas, espero que ya sepas de qué te hablo (y si no, tanto mejor) No me sentó bien, ¿sabes? Después de que me soltara eso, de las primeras cosas en las que pensé fue "No llores. Ya pasamos por esto. Este sitio no es adecuado para que llores. No deberías, tú sabes que dice las cosas y no le importa cómo se oyen. Se fue enseguida porque no quería enfrentarse a lo que recién te dijo. A tu dolor. A la imagen en la que reprimes tus lágrimas y vuelves a la entrada peatonal." Han pasado aproximadamente ocho horas desde que pasó eso, y recién ahora una lágrima lenta recorre mi mejilla. No lo entiendo. ¿Cómo puede decirme esas cosas, con tanta rabia, y con tanta convicción... y después evitar mirarme, o empezar a ofrecerme comida, como si al aceptarla, también lo estuviera perdonando? Es que él no sabe pedir perdón. A él nunca se lo han pedido, y no puedo esperar de él algo que él nunca ha recibido. Pero más allá de eso, ¿Si no puede pedir perdón, no sería mejor que no haga cosas que necesiten una disculpa? Es complicado, ¿no? Cuando iba caminando por el andén, pasando cerca de los árboles, bajando esa pendiente, mientras miraba casi que fijamente a ese árbol aparentemente deformado por la tensión de un cableado, pensé "Si desapareciera... Si algo me pasara, si algo impidiera que volviera a la casa, si ya no me vuelve a ver, ¿le dolería que las últimas palabras que me dijo, me las dijo gritando, con toda la intención de herirme, y sin siquiera verme?" Claramente, es una versión más extendida, porque si hubiera terminado el pensamiento, mis súplicas por evitar el llanto no habrían servido para nada. ¿Y cuál fue la respuesta? "Claro que sí. Yo sé que sí" Y escribiendo esta carta, puedo pensar que le dolería tanto, que si algo me pasa, podría ser capaz de autolesionarse, o peor, vivir con la amargura del recuerdo de la última vez que vió el rostro que siempre intenta alegrar, cuando no está enojado con su dueña. Pero eso solo me hizo sentir más tristeza. Ahora que he empezado a llorar un poco más fuerte, lo único que me queda es empezar de hablar de otros temas. Pero, ¿para qué? hace menos de un mes hice una carta para ti, para mí; no hay nada nuevo que contar: Sólo que mi teléfono se dañó por unos días, pero aunque aún lo tiene el muchacho que lo arregló, mañana ya estará en mis manos. Y eso, ¿Qué importa? Aún nada del amor, nada de los amores que nunca lo fueron, nada de las amistades que has perdido, porque yo aún no lo he hecho por completo, o de eso me convenzo. Nada de nuevas mascotas, algún que otro nuevo conocido, nada de cambios en mi vida. Nada más que mis abrumadores sentimientos. Nada más. Sólo una niña, porque para ti, lo seré, que no entiende a su padre.



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