Carta 2. Dulce. Intentaré escribirte estas cartas de la mejor manera posible, no soy un escritor profesional ni tampoco pretendo serlo, pero entiendo al menos que plasmar lo que siento en letras es algo que me ayudará un poco a liberar la tristeza que me atormenta en las noches. Tampoco quiero sonar dramático, ni fatalista con el extrañarte porque aprendí ya a vivir con el dolor de no estar contigo. Este dolor que trata de de abrumarme en ocasiones cuando me encuentro débil, cuando me encuentro despistado caminando por lugares que solíamos recorrer, es difícil porque muchos de ellos o algunos los frecuento bastante y eso, créeme, duele porque me detiene, o sea, literalmente me freno al caminar para ponerme a analizar cada paso que en su momento diste junto a mi, cada tontería que se me ocurría hacer de la nada como comerte a besos así porque si, no por esquizofrénico, psicótico o neurótico, sino porque habían particulares momentos donde disociaba (estando contigo) recordando cada cosa que pase para poder estar ahí contigo y mi corazón aceleraba (no mis arritmias) a 1000 por hora que lo único que me quedaba era agarrarte a besos desenfrenadamente para desahogar todo lo que sentía y me inundaba. Hablando justo del desborde emocional que me hacías pasar, logré comprender el hecho del porqué me sentía con tanta energía para hacer tantas cosas en esos tiempos y es que a nivel neuronal, justo los neurotransmisores eran los autores de esto y obviamente la culpable del todo, tú. Iba a desglosarte uno a uno los neurotransmisores involucrados en el enamoramiento, pero se me hace muy ñoño y yo sé que está de sobra. Lo que si quiero, es mencionarte la curiosa e interesante relación que se deriva de justo la carta 2, la aanterior en donde hablo de la contradicción que existe entre tu nombre y tu personalidad ya que a la vez me parece muy acertado en 2 aspectos: 1. El como fuiste conmigo: Alguien Dulce, aunque al principio se te notaba algo que no era de tu agrado, poco a poco te fuiste abriendo conmigo hasta tal punto de que ya no había ni vergüenza por nada. 2. En un sentido más metafórico: Por la adicción a la que me sometiste y que yo voluntariamente acepte con cada parte de ti. Dulce fue cada palabra, cada momento, cada risa, cada segundo, cada paso, cada caricia, cada lagrima, cada latido, cada sentimiento que lograbas despertar en mi, a eso me volví adicto. Volvía a ser un niño cuando me compraban mi caramelo favorito, disfrutaba toda la experiencia, desde el momento en el que iba de camino a comprarlo esperanzado que esta vez me durará más ese momento, tenerlo por fin para poder disfrutarlo sin siquiera abrirlo por miedo a que se acabase, probarlo, probar y disfrutar cada sabor, porque hasta la textura me parece algo único (referencia a tu piel) y que una vez acabado…volver a querer otro al día siguiente y sin empalagarme.
By YoDelFuturo ®
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Carta 2. Dulce. Intentaré escribirte estas cartas de la mejor manera posible, no soy un escritor profesional ni tampoco pretendo serlo, pero entiendo al menos que plasmar lo que siento en letras es algo que me ayudará un poco a liberar la tristeza que me atormenta en las noches. Tampoco quiero sonar dramático, ni fatalista con el extrañarte porque aprendí ya a vivir con el dolor de no estar contigo. Este dolor que trata de de abrumarme en ocasiones cuando me encuentro débil, cuando me encuentro despistado caminando por lugares que solíamos recorrer, es difícil porque muchos de ellos o algunos los frecuento bastante y eso, créeme, duele porque me detiene, o sea, literalmente me freno al caminar para ponerme a analizar cada paso que en su momento diste junto a mi, cada tontería que se me ocurría hacer de la nada como comerte a besos así porque si, no por esquizofrénico, psicótico o neurótico, sino porque habían particulares momentos donde disociaba (estando contigo) recordando cada cosa que pase para poder estar ahí contigo y mi corazón aceleraba (no mis arritmias) a 1000 por hora que lo único que me quedaba era agarrarte a besos desenfrenadamente para desahogar todo lo que sentía y me inundaba. Hablando justo del desborde emocional que me hacías pasar, logré comprender el hecho del porqué me sentía con tanta energía para hacer tantas cosas en esos tiempos y es que a nivel neuronal, justo los neurotransmisores eran los autores de esto y obviamente la culpable del todo, tú. Iba a desglosarte uno a uno los neurotransmisores involucrados en el enamoramiento, pero se me hace muy ñoño y yo sé que está de sobra. Lo que si quiero, es mencionarte la curiosa e interesante relación que se deriva de justo la carta 2, la aanterior en donde hablo de la contradicción que existe entre tu nombre y tu personalidad ya que a la vez me parece muy acertado en 2 aspectos: 1. El como fuiste conmigo: Alguien Dulce, aunque al principio se te notaba algo que no era de tu agrado, poco a poco te fuiste abriendo conmigo hasta tal punto de que ya no había ni vergüenza por nada. 2. En un sentido más metafórico: Por la adicción a la que me sometiste y que yo voluntariamente acepte con cada parte de ti. Dulce fue cada palabra, cada momento, cada risa, cada segundo, cada paso, cada caricia, cada lagrima, cada latido, cada sentimiento que lograbas despertar en mi, a eso me volví adicto. Volvía a ser un niño cuando me compraban mi caramelo favorito, disfrutaba toda la experiencia, desde el momento en el que iba de camino a comprarlo esperanzado que esta vez me durará más ese momento, tenerlo por fin para poder disfrutarlo sin siquiera abrirlo por miedo a que se acabase, probarlo, probar y disfrutar cada sabor, porque hasta la textura me parece algo único (referencia a tu piel) y que una vez acabado…volver a querer otro al día siguiente y sin empalagarme.
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